sábado, 24 de enero de 2009

Nadie sabe para quién trabaja.

Eres esclavo de un negro, o un blanco, quizá un azul o gris.
Todo tu esfuerzo está destinado para satisfacer al abismo de porcelana.

Comes para vivir, pero también vives para comer.
Desde pequeño te inscriben a una escuela,
para salir de la universidad y conseguir un gran puesto.
Y te levantas día con día para trabajar,
para ir poder ir al supermercado a abastecerte de comida
y papel de baño.

No es que tengas la segunda fijación de Freud,
pero tu fábrica interna de chocolate necesita siempre actividad.
Puede que lo dudes, pero todo tiene sentido.
Si no comiéramos, no habría cocina y por ende no habría baño.

¿Cuánto dinero perdería la literatura
y las imprentas por suspender la actividad de expulsión?
Las cremas antiarrugas, también tendrían una gran caida de ventas,
pues la gente se arrugaría menos por no hacer caritas.
Se solucionaría el problema de deforestación.
Las esculturas de porcelana tendrían una digna reputación
olvidando su manchado y escandaloso pasado.
¿Cuántos chistes se olvidarían?

Por eso propongo una huélga, cancelemos nuestras visitas al baño.
Rompámos ese esclavísmo de generaciones, de pueblos y culturas.
Regresemos a la tierra, a los ríos, a nuestro planeta
algo más agradable de lo que recibimos de la madre naturaleza.
Además está de moda no ir al baño,
por cierto me da risa ver a la gente cuando se toma un Activia,
es como gritarle al mundo qué tipo de problemas te persiguen.
Pareciera que está de moda estreñirse. ¿Será por el estrés?
No creo, la moda es impredecible.

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